miércoles, 24 de junio de 2009

¿MORALIDAD O FELICIDAD?

Yo soy amante de la vida, de todo tipo de vida. Me enamora la perfección de la naturaleza y la esencia humana; pero también soy un ser social: vivo en mi propio entorno familiar pero participo irremediablemente de una sociedad, y esta sociedad del mundo.

El amar la vida me hace sentir un respeto especial por ella, pero también creo que la vida es para disfrutarse y ser feliz. Llevamos una cadena por herencia, cuyos valores morales están más relacionados con conceptos religiosos que con la realidad de la vida.

La vida es una unidad distinta en cada ser humano, pero como elemento vital es la misma en todos los seres humanos. Creo que la felicidad debe ser una herencia libre de conceptos religiosos y de hipocresías. La vida radica en nuestro cuerpo, en cada célula que compone cada órgano: este cuerpo nuestro es regido por los sentimientos y el raciocinio, pero si bien los sentimientos son una parte natural de la esencia humana, el raciocinio es a posteriori al nacimiento y afectado por la educación y la cultura, pero especialmente por la educación de los padres y sus valores morales.

Lo anterior es un preámbulo para abordar un tema de este siglo XXI de vital importancia: el aborto. Tanto por naturaleza como por condenas religiosas, es considerado un crimen y, tal vez lo es. Yo no soy partidaria del aborto, sin embargo, creo que éste es una decisión íntima que más que a nadie compete a la mujer.

En muchos países se ha legislado para que el aborto se realice de forma legal y segura. Y sí, eso está muy bien, pero antes que este “permiso” legal, debe existir una conciencia de que el aborto no es un medio de anticoncepción desde ningún punto de vista. Yo acepto y entiendo el aborto como medio de solución para los embarazos por violación y para los casos en que las familias son numerosas y de escasos recursos.

No obstante, existen grupos que condenan abiertamente el aborto como asesinato con todos los agravantes “religiosos”, pero si partimos de que el ser humano nace y vive para ser feliz, o al menos así debería ser, ¿no es igualmente un crimen traer seres humanos que sólo vienen para ser rechazados y padecer?

Si un ser humano ha de venir a este mundo, debe hacerlo con las garantías mínimas de que tendrá, ante todo, una vida digna y la libertad de elegir, porque ese es el camino a la felicidad. Pero ante todo, debemos entender sin condenar, que el aborto es una decisión de cada mujer y de su libertad de elección, así como de su responsabilidad, exclusivamente.

Entonces, pregunto yo: ¿qué es más amoral? ¿El aborto o traer al mundo seres condenados a la infelicidad desde antes de nacer? ¿A qué se enfrenta un ser no deseado? ¿Qué vida le depara el destino a alguien que viene al mundo prácticamente a la fuerza?

A veces lo moral no resulta tan moral, en mi opinión.

Issa Martínez

jueves, 28 de agosto de 2008

DESCUBRIMIENTO CIENTÍFICO

Un científico estadounidense crea un pez transparente para estudiar mejor al ser humano. Desarrollado en el marco de una investigación de células madre, el doctor White lo considera un modelo para profundizar en el análisis de enfermedades como el cáncer.


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Probablemente sería más interesante que creasen por fin a la “mujer transparente”, así verían muchos que la mujer tiene mas corazón que pulmones, más diversión que rutina, más pasión que frialdad… que siempre necesita un abrazo, y casi siempre muchos, que cuando quiere cariño no significa que quiera sexo, que su fidelidad es casi absoluta, que ama incondicionalmente, que siempre se enamora de una personalidad y nunca de un "físico",que no da esperanza a nadie que no seas tú, que se adapta mejor y más rápido a todo, que lucha por tu felicidad más que tu por la tuya propia, que su paciencia es infinita con sus hijos porque son parte de ella, que la maternidad es el deseo más intenso de su alma pero que puede renunciar a ella por amor, que es más paciente y tiene más capacidad de sacrificio y trabajo que nosotros, que siendo libres a veces se sienten encerradas en sí mismas, que su piel es mucho más que su piel, que cada una de ellas tiene algo que las hace especiales, únicas, pero quieren que tú lo veas, que necesitan sentirse bien, guapas y queridas cada segundo de su vida, que cada detalle que tienes con ella entras más y más en su corazón, que no merecen que las pierdas el respeto nunca aunque lo toleran con fortaleza y serenidad, que la risa y el llanto no siempre significan lo que parece, que te valoran, olvidando su propia valía, que las mismas enfermedades le duelen menos que a tí, y, sobre todo, que siempre se mantendrán a tu lado…

¿Hará falta crear a una transparente?

Por Ernesto

http://ernestosport.blogspot.com/

viernes, 8 de agosto de 2008

DEFENDIENDO LA PREFERENCIA SEXUAL

Todo ser humano tiene derecho a elegir su preferencia sexual y esta elección no cambia su esencia de ser humano. Yo escribo desde mi convencimiento heterosexual, pero defiendo la homosexualidad como la más íntima decisión que solo a cada individuo compete.

En un mundo en el que los temas sexuales fueron tabú por varios siglos y en el que puede entenderse mucho más la violencia en cualquiera de sus manifestaciones, que cualquier preferencia sexual distinta, es entendible el rechazo. Máxime si hasta no hace mucho la mujer era considerada como un ser sin sexualidad, y solo como un instrumento para el alivio del macho.

Existen teorías que declaran una bisexualidad natural en el ser humano –según Freud- y, quizá, sea en la etapa de la niñez cuando ésta se encuentre más latente. Quizá, también, sean los roles que el infante viva dentro del núcleo familiar los marcadores decisivos para adquirir a futuro una preferencia sexual definitiva o, la forma en que los propios padres traten las inclinaciones sexuales de sus hijos y la libertad para ello que éstos les otorguen.

Posiblemente si no habitáramos en una sociedad que marca pautas de conducta como únicas opciones para vivir dentro de lo socialmente correcto, el ser humano tendría una libertad plena para definir su sexualidad y, por lo tanto, no existiría el rechazo a las preferencias sexuales distintas.

Tal vez el miedo sea el reactor principal que hace manifiesto dicho rechazo. Miedo a lo que muchas veces no se conoce y por eso no se entiende y por consecuencia se teme. Y no me refiero a que sea necesario mantener relaciones sexuales distintas a las que tenemos abiertamente, sino a conocernos verdaderamente a nosotros mismos en nuestra intimidad sexual.

No hablo de desenfrenos o perversiones. No hablo de personas adultas -protegidas por gobiernos e iglesias- agrediendo sexualmente a niños. Hablo de esa cuestión íntima, limpia y natural, hablo de sexo en paz y sin vergüenza. Hablo de una libertad no conseguida sino irrenunciable, con la que todo ser humano por genética nace: su sexualidad.

Issa Martínez